La viejita ingresó sin mayores preámbulos en la óptica, con su bastón y enorme bolsón colgando de sus hombros. Buenos días, saludó, y quedó esperando que la atendieran. Alejandro salió de su cabina y se sorprendió de la jovialidad de la anciana, de sus ojos alegres, así que inmediatamente entró en sintonía con la nueva clienta. -> Siga leyendo en la imagen -click para ampliar
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1 comentario:
Anónimo
dijo...
Esa viejita me hace acordar a una vecina que tenía en el barrio donde vivía antes, siempre preocupada por las pastillas...
Estimado lector, este espacio tiene como propósito ir compartiendo a lo largo del tiempo una serie de relatos, ambientados en esta misteriosa Patagonia Argentina, escritos por Fernando Gonzalez Carey e ilustrados por Serafin.
Esperamos los disfrute y que la luz del candil, lo guíe por estas tierras.
1 comentario:
Esa viejita me hace acordar a una vecina que tenía en el barrio donde vivía antes, siempre preocupada por las pastillas...
Saludos
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